
“Cierra el Oak Room del Hotel Algonquin. El Oak Room era una pequeña sala, con forma de vagón elegante y aterciopelado, dentro del célebre hotel que albergó a todos los grandes cronistas de principios del siglo XX de Nueva York. El Oak Room era un restaurante con actuaciones. Allí fueron descubiertos grandes cantantes. De Harry Conick Junior a esa Maude Mauggart que tanto me gusta. Con su cierre se pierde toda una época. Es como si a esta ciudad le arrancaran un trocito de su historia. Incluso de la mía, de la nuestra, porque allí nos refugiábamos Antonio y yo desde hace muchos años cuando queríamos celebrar algo íntimo. La última vez, el año pasado. Qué pena”